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Más hartazgo de transgresión

Más hartazgo de transgresión

Ya hace algunos meses escribí algo en este blog titulado "Hartazgo de trasgresión". En el periódico El País del último domingo, 13 de abril, Elvira Lindo, en su artículo semanal de opinión, escribe:

 "...Ya no digamos en el mundo de la cultura, donde cualquiera se define a sí mismo como un radical. Transgresor es la palabra clave. La pregunta eterna es: ¿cómo puede uno definirse a sí mismo como transgresor y que no se le caiga la cara de vergüenza? La respuesta está cada mañana al abrir el periódico, donde el lector se topa, sobre todo en las secciones de cultura, con varios autodefinidos transgresores. Al autodefinido transgresor nadie le pregunta cómo se compagina semejante transgresión con el estar enrocado, como un mejillón, a al cultura oficial y a la rebeldía subvencionada. Nadie le dice: ¿A usted no le parece sospechoso que su transgresión entusiasme a todo el mundo?. Ah, pero es que ese todo el mundo que asiste embobado a los espectáculos del transgresor también quiere sentirse parte de la parroquia transgresora."

En aquel escrito mío yo quería decir esto mismo. Elvira Lindo lo hace con infinita mayor eficacia y gracia. Gracias, Elvira.

Pienso ahora, si con este entusiasmo transgresor tan actual, en la próxima remodelación de gobierno, quizá aparezca un flamante Ministerio de la Transgresión. O tal vez, en algún análisis del estado de la Educación en España, algún "experto" de la Pedagogía proponga la inclusión en la evaluación de los aprendizajes la valoración de la "transgresividad del alumno, del profesor y del centro educativo, como valor fundamental a tener en cuenta en una educación netamente adaptada al siglo XXI".

La mirada vacía

La mirada vacía

 El vacío de la belleza nos desarma, a algunos les lleva a desconfiar e ,incluso, a aborrecer.

Reflejo

Reflejo

El arte será "friki" o no será

 

El arte será friki o no será

 

A juzgar por las selecciones del arte más contemporáneo en las múltiples citas internacionales la máxima de arriba debe ser muy cierta. Las élites poderosas del mundo del arte internacional así parecen decidirlo, ese grupo de comisarios o curadores, galeristas o directores de museos de prestigio mundial. "Lo rarito es garantía de calidad", parecen decirse. Veo una selección del arte chino que, según parece, tiene éxito creciente en los mercados occidentales y me reafirmo en la idea. Como ejemplo, baste citar la obra del artista que realiza "ninots" clónicos de un retrato riendo, lástima que no estén destinadas al purificador fuego de la "nit del foc". Lo dicho: el arte será friki o no será.

De rotos, descosidos, putrefacciones y otras maravillas

 

Lo erosionado, lo deteriorado, lo desechado, lo roto, el fragmento,...¿en qué momento empezaron a gustarnos tanto? Quizá en algún momento de la década de los años 40 del siglo XX, tal vez incluso ya en los 30.

Algunos artistas plásticos, pintores, seguidores de los movimientos de vanguardia miraban con interés los objetos que presentaban esas características y los incorporaban a sus obras o, más aún, operaban en sus obras de la misma manera, es decir, al pintar un cuadro no solamente ponían pintura según un dibujo, también rasgaban, rompían, fragmentaban la materia y la imagen. Aquello era pura esencia expresiva, el azar cruel de la vida, metáfora de la verdad inhumana. Aquello era la necesaria antiestética que despojaba al arte de la belleza decadente. Había que desterrar la visión de conjunto y tomar la visión del fragmento celular, perder la distancia afectiva, mirar por el microscopio o por el telescopio, construir destruyendo. Aquel tremendismo llenaba el alma, del que hacía y del que miraba, fuera buenas maneras. Sólo se admite la figura monstruosa, antes el mineral que el paisaje, antes el signo que la imagen, la huella que el trazo. Esta orgía de rompe y rasga nos abrió los ojos a la verdad necesaria.

La única mirada válida es la del niño o la del loco. Así se pensó hasta el punto de creer que sabíamos cuál era la mirada del niño o del loco.

Pero al final qué éxito. Las obras así creadas se cotizaron como las que más. Se imitaron. Se enseñaron en las escuelas. Las compraron los poderosos para colgarlas de las paredes de sus casas, para presidir sus salones o sus jardines. Allí estaba aquella explosión de expresividad, de verdad sin concesiones, en la mansión palaciega, en el chalet funcional, tan a gusto entre el mobiliario de lujo o de diseño. Los decoradores las llegaron a adorar, qué bien encajaban en sus proyectos.

 

El garabato

El garabato

El garabato, la prisa, el desasosiego, la vida "sobrellevada", cosa corriente.

La tinta

La tinta

La confesión

Debo decir que no esperaba aquello de F., precisamente de él, pintor concienzudo y constante, serio, con una trayectoria de varias exposiciones, algún premio. Me pilló por sorpresa, sí. Lo soltó de un tirón, como una confesión con mucha meditación anterior detrás: 

-La verdad es que voy aceptando la realidad: soy mediocre. No creas que estoy en horas bajas, no es un bache anímico, lo he pensado bien. La mediocridad es en cierta forma  una “virtud” recién descubierta. Esta  asimilación me enorgullece especialmente y me inviste de una dignidad insospechada antes. Veía el otro día un documental sobre el gran ceramista Artigas, en el que este decía que los malos tiempos vividos permitían reconocer y valorar adecuadamente los buenos, de la misma manera que la cerámica mala o vulgar revelaba a la buena. En este camino encuentro mi papel, el de siempre, pero ahora asumido con plena conciencia, mis obras mediocres permitirán brillar con la luz merecida a las buenas, aunque éstas no puedan ser nada más que  de otros. Es un papel de cierta responsabilidad, no sé si estaré a la altura.

 

Conclusiones

Arte, artes y artesanías:

 Después de años de prestar atención, estudio y emoción al Arte y haber creado una obra plástica que he expuesto en alguna ocasión, tal vez he llegado a una conclusión, o a dos, que tienen vocación de ser definitivas. Después de venerar parte del arte antiguo, clásico, histórico, y aborrecer de otra parte; después de admirar buena parte del arte moderno del siglo XX y desinteresarme por otra parte; después de atender y admirar a parte del arte contemporáneo y desentenderme y aborrecer de buena parte (¿la mayoría?); después de vagar por todo eso vengo a creer que ocurren dos cosas, no sé si excluyentes o complementarias.

Una: no existe el Arte, sólo la mirada y el cerebro del espectador ven Arte, en realidad sólo existen las artesanías o las artes, es decir, la pintura, la escultura, la fotografía, el cine, el vídeo, el diseño, o las artesanías visuales contemporáneas e híbridas que quieran.

Dos: el Arte es una artesanía mitificada, sublimada por el contexto sociocultural, la literatura, la historia, la crítica, etc.. la mitificación que me merece más respeto es la que resulta de la sedimentación de la historia, el Arte del pasado con una vigencia histórica, es decir, el Arte no puede ser nada más que una cosa del pasado. El presente o la contemporaneidad no pueden dar nada más que artesanías o artes o las propuestas estéticas que ustedes quieran.

Fracaso y libertad

Fracaso y libertad

La gran ventaja de fracasar es la libertad de opinión que gana el fracasado.

"Perla cubista"

"Perla cubista"

PERLAS: Artículo de Octavi Martí desde París sobre la exposición "Cómo Picasso inventó el cubismo", del 21 de septiembre en el periódico El País.

 

Se trata de un artículo entusiasta que glosa la figura de Picasso como creador del cubismo, aderezado con algún tópico, e incluso cierta grandilocuencia. En el artículo se apuntan cuestiones que veo discutibles pero que quiero soslayar ahora en este lugar (sería muy larga la argumentación que debe justificar la discusión) para ir al último párrafo donde el entusiasmo del periodista le lleva a explicarnos la "esencia" del cubismo que creó el genio malagueño:

 

"La evolución cubista de Picasso, del llamado cubismo analítico al sintético finalizando en el estrictamente picasiano, es una aventura prodigiosa, hecha de talento, imaginación y humor. Por ejemplo, a principios de la segunda década del siglo las palabras pueden sustituir a la cosa. Ya no se trata de reconocer el motivo, sino únicamente de saber que está ahí. No hace falta pintar todas las páginas de un diario para que el periódico esté allí. A partir de 1912, en forma de collage, la propia materialidad de la hoja impresa se instala en la tela. La aventura continúa."

 

Parece que podemos entender lo que Octavi Martí quiere explicar pero la frase que he resaltado en negrita no puede ser más desafortunada. No se podrá señalar a ningún pintor realista o impresionista anterior o contemporáneo de la aventura cubista picasiana que haya intentado para conseguir una apariencia verista "pintar todas las páginas" de un periódico. No se dónde ha podido ver O. M. un cuadro realista donde esto ocurra. El más torpe de los aficionados en una modesta academia de pintura sabe esto. Así que me llego a preguntar si Octavi Martí ha comprendido lo más básico de la pintura o si le ha dedicado un mínimo de observación y reflexión.

 

Me parece oportuno traer aquí una cita que encabeza el libro "Los ojos de Rembrandt" de Simon Schama:

 

"Deberíamos pedir disculpas por atrevernos a hablar de pintura."  Paul Valery

Aún otro

Aún otro

La merienda del pequeño

Otro apunte a lápiz en la misma playa que el anterior y en las mismas fechas.

Y otro

Y  otro

"Si Dios quiere..."

Playa de San Salvador, Tarragona. Apunte a lápiz de hace unos 4 años. 

Otro más

Otro más

Gran espalda
Otro viejo apunte playero en una playa ferrolana

Más recuerdos

Más recuerdos

Otro apunte, también de hace algunos años, esta vez en una playa gallega cercana a Ferrol.

En memoria del verano

En memoria del verano

El niño del contraluz

Otro  apunte playero a lápiz de hace algunos años en la playa de Comarruga.

Las vacaciones se han ido

Las vacaciones se han ido

Hipnótico horizonte. 

En memoria de las vacaciones veraniegas idas, este pequeño apunte playero a lápiz de hace algunos años.

Dos transgresores

Dos transgresores

Hartazgo de transgresión

Hoy por hoy, parece que junto al de innovador, no hay mejor calificativo en la valoración de un acto o producto cultural o artístico que el de transgresor/a. Tan en alza está el mencionado calificativo, tan elogioso parece resultar, que va empezando  a aplicarse a actividades cada vez más diversas, donde en algunas es incluso difícil detectar de qué transgresión puede tratarse. Por ejemplo, da la sensación, de que a este paso, jueces o políticos puedan ser valorados de forma muy positiva por su "talante transgresor".

Está claro que esta pasión transgresora en lo cultural que apunta hacia la totalidad de actividades y profesiones, es el máximo exponente del éxito social de las viejas máximas de la modernidad cultural que arrancó a principios del siglo pasado, aquellas vanguardias históricas tan minoritarias e incomprendidas en su momento inaugural.

La cuestión que importa es que lo que se valora como transgresor ahora solamente puede ser un elogio, lo que, en un principio, no era una valoración positiva sino negativa. Parece que el objetivo que basta es el de la transgresión sin más, es suficiente. Así da la impresión de ser, dada la profusión con que periodistas y comentaristas culturales lo aplican para elogiar algo o alguien especialmente interesante. Un periódico dedica una serie de semblanzas semanales a personajes transgresores, así, sin más; otros elogian una obra artística por su exclusiva vocación transgresora, para qué más consideraciones.

Si ahora la transgresión por sí sola es un valor, se me ocurre que en la cumbre de los transgresores mayores por ser su transgresión la mayor, estarían el infanticida, el psicópata asesino, el parricida, el terrorista, etc. ¿Llegaremos a asistir a un acto social donde éstos, los mayores transgresores, perpetren sus actos como gran acto de celebración creativa o cultural con el unánime aplauso por tal alarde?

Creo que está claro que hoy hay un abuso ridículo del calificativo transgresor como elogio. De la misma forma que en la actualidad no hay tanta monotonía cultural (todo lo contrario) como para que sean necesarias ni puedan ser reales tantas innovaciones como parecen señalarse, no hay tantos límites culturales o artísticos (todo lo contrario) como para que puedan ser reales ni tan siquiera necesarias tantas transgresiones como las que se quieren ver.

El abuso de los calificativos innovador y transgresor los vacía de contenido y realidad, de manera que cuando los vemos acompañando a algo o a alguien tantas veces, demasiadas, nos recuerdan el viejo "excelentísimo" que se colgaban pretéritas autoridades.

Ahora que lo pienso...

Ahora que lo pienso...