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cajalremon

La confesión

Debo decir que no esperaba aquello de F., precisamente de él, pintor concienzudo y constante, serio, con una trayectoria de varias exposiciones, algún premio. Me pilló por sorpresa, sí. Lo soltó de un tirón, como una confesión con mucha meditación anterior detrás: 

-La verdad es que voy aceptando la realidad: soy mediocre. No creas que estoy en horas bajas, no es un bache anímico, lo he pensado bien. La mediocridad es en cierta forma  una “virtud” recién descubierta. Esta  asimilación me enorgullece especialmente y me inviste de una dignidad insospechada antes. Veía el otro día un documental sobre el gran ceramista Artigas, en el que este decía que los malos tiempos vividos permitían reconocer y valorar adecuadamente los buenos, de la misma manera que la cerámica mala o vulgar revelaba a la buena. En este camino encuentro mi papel, el de siempre, pero ahora asumido con plena conciencia, mis obras mediocres permitirán brillar con la luz merecida a las buenas, aunque éstas no puedan ser nada más que  de otros. Es un papel de cierta responsabilidad, no sé si estaré a la altura.

 

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