La confesión
-La verdad es que voy aceptando la realidad: soy mediocre. No creas que estoy en horas bajas, no es un bache anímico, lo he pensado bien. La mediocridad es en cierta forma una “virtud” recién descubierta. Esta asimilación me enorgullece especialmente y me inviste de una dignidad insospechada antes. Veía el otro día un documental sobre el gran ceramista Artigas, en el que este decía que los malos tiempos vividos permitían reconocer y valorar adecuadamente los buenos, de la misma manera que la cerámica mala o vulgar revelaba a la buena. En este camino encuentro mi papel, el de siempre, pero ahora asumido con plena conciencia, mis obras mediocres permitirán brillar con la luz merecida a las buenas, aunque éstas no puedan ser nada más que de otros. Es un papel de cierta responsabilidad, no sé si estaré a la altura.
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