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Más hartazgo de transgresión

Más hartazgo de transgresión

Ya hace algunos meses escribí algo en este blog titulado "Hartazgo de trasgresión". En el periódico El País del último domingo, 13 de abril, Elvira Lindo, en su artículo semanal de opinión, escribe:

 "...Ya no digamos en el mundo de la cultura, donde cualquiera se define a sí mismo como un radical. Transgresor es la palabra clave. La pregunta eterna es: ¿cómo puede uno definirse a sí mismo como transgresor y que no se le caiga la cara de vergüenza? La respuesta está cada mañana al abrir el periódico, donde el lector se topa, sobre todo en las secciones de cultura, con varios autodefinidos transgresores. Al autodefinido transgresor nadie le pregunta cómo se compagina semejante transgresión con el estar enrocado, como un mejillón, a al cultura oficial y a la rebeldía subvencionada. Nadie le dice: ¿A usted no le parece sospechoso que su transgresión entusiasme a todo el mundo?. Ah, pero es que ese todo el mundo que asiste embobado a los espectáculos del transgresor también quiere sentirse parte de la parroquia transgresora."

En aquel escrito mío yo quería decir esto mismo. Elvira Lindo lo hace con infinita mayor eficacia y gracia. Gracias, Elvira.

Pienso ahora, si con este entusiasmo transgresor tan actual, en la próxima remodelación de gobierno, quizá aparezca un flamante Ministerio de la Transgresión. O tal vez, en algún análisis del estado de la Educación en España, algún "experto" de la Pedagogía proponga la inclusión en la evaluación de los aprendizajes la valoración de la "transgresividad del alumno, del profesor y del centro educativo, como valor fundamental a tener en cuenta en una educación netamente adaptada al siglo XXI".

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