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Arte

La transfiguración del lugar común

"Contra toda opinión, no son los pintores los que hacen los cuadros, son los espectadores." Marcel Duchamp

 

En este sentido vengo últimamente escribiendo cosas aquí, pero quiero matizarlo puesto que no estoy totalmente de acuerdo con la radicalidad y el ingenio de la frase duchampiana.

Por supuesto que son los pintores los que pintan los cuadros aunque son los espectadores los que ven en ellos Arte. Insisto en que creo que ello es debido a la pervivencia de un axioma de viejo cuño idealista romántico: la existencia del Arte previa de la que nos da prueba reveladora el artista, al que se le atribuye la potestad de "la transfiguración del lugar común".

En este sentido, yo diría que los cuadros, las esculturas, los objetos artísticos, en general, se hacen, y el Arte se ve.

Paradoja

Ahí va una ocurrencia:

El Arte es una idea de rancio idealismo romántico (religioso o pseudorreligioso, tal vez), aquella en la que el Arte tiene una existencia real pero no accesible al común de los mortales, una especie de suprarrealidad de la que nos dan noticia los artistas haciendo un papel de mediadores para con los demás no artistas.

 

Esto llega a permitir que al artista, a veces, como sumo sacerdote o chamán, le baste un gesto o su sola presencia para darnos noticia o testimonio del Arte, como numerosos fenómenos del arte más vanguardista o contemporáneo del siglo XX. Incluso, algún artista llega a convencernos de que el Arte está en nosotros, en todos nosotros, de la misma forma, que otros dijeron que Dios está en nosotros mismos. O que el Arte está en todas las partes a semejanza del don divino de la omnipresencia, aunque  de ello sólo se percató el artista visionario, el santo o el profeta.

 

Sí, paradójicamente, tal vieja idea romántica sostiene las teorías más modernas o contemporáneas del arte: el arte expandido, por ejemplo. Es decir, la idea de que el Arte está por encima de cualquier disciplina artística o de cualquier convención. Así, el mejor artista contemporáneo es aquel que no respeta convenciones disciplinarias, el más transgresor.

 

A modo de tardía explicación

No creo que el Arte tenga una existencia real. No, no creo en él. Dicho de otra manera pero, tal vez, de manera definitiva: la existencia del Arte, como la de Dios, depende de nuestra fe.

 

El Arte no puede ser más que una entelequia, una impresión interior, una emoción. Al Arte lo crea la mirada, no las obras o los objetos artísticos, es más la proyección de nuestra fe sobre ellos que otra cosa.

 

En las artes, sin embargo, sí que creo. Es decir, creo en su mérito, en su valor, en su existencia real. Las artes son esas actividades o disciplinas en las que un individuo o varios manipulan materiales para crear la ilusión de una representación de la realidad o de realidades ficticias o imaginarias con gran capacidad de verosimilitud o de simulación de una emoción intensa, vívida.

 

Resumo: no creo en el Arte pero sí en las artes.

Ser o no ser

El Arte probablemente no existe. Deje de preocuparse y disfrute de la vida.

 

A propósito de Barceló, dos perlas

"Deberíamos pedir disculpas por atrevernos a hablar de pintura"

 

                                                                          Paul Valéry

 

 

No pretendo referirme a las polémicas de la magna obra de Barceló ni hacer una valoración de ésta. Quiero referirme aquí a dos frases fascinantes que he encontrado en sendas crónicas sobre el artista mallorquín y su obra en la sede ginebrina de la ONU.

La primera es de hace unos días en El País. El cronista (parece que para explicar mejor la naturaleza de la obra, "sus estalactitas de pintura") decía esta escueta frase: "Barceló se siente atraído por la fuerza de la gravedad". Como no podía ser de otra manera, en esto no es muy original. En eso estamos todos, en la atracción que ejerce sobre nosotros la fuerza de la gravedad.

La segunda, también de El País (19-11-08), quiere aclarar la variedad visual que la obra ofrece desde los diferentes lugares desde los que se observe: "Desde abajo, el punto de vista cambia a cada paso". Efectivamente, nada hay más cierto, a cada paso que demos nuestro punto de vista cambia tengamos o no la obra de Barceló encima y miremos lo que miremos.

Y es que ocurre a menudo que nos ponemos muy estupendos cuando queremos transmitir toda la emoción y admiración que el arte y determinados artistas provocan en nosotros. Termino con otra cita de otro poeta que quizá venga al caso.

 

"He cultivado mi historia con regocijo y terror. Ahora siempre siento vértigo, y hoy, 23 de enero de 1862, he sufrido una singular advertencia: he sentido pasar sobre mí el viento del ala de la imbecilidad"

 

                                            Charles Baudelaire

La mirada vacía

La mirada vacía  El vacío de la belleza nos desarma, a algunos les lleva a desconfiar e ,incluso, a aborrecer.

El arte será "friki" o no será

 

El arte será friki o no será

 

A juzgar por las selecciones del arte más contemporáneo en las múltiples citas internacionales la máxima de arriba debe ser muy cierta. Las élites poderosas del mundo del arte internacional así parecen decidirlo, ese grupo de comisarios o curadores, galeristas o directores de museos de prestigio mundial. "Lo rarito es garantía de calidad", parecen decirse. Veo una selección del arte chino que, según parece, tiene éxito creciente en los mercados occidentales y me reafirmo en la idea. Como ejemplo, baste citar la obra del artista que realiza "ninots" clónicos de un retrato riendo, lástima que no estén destinadas al purificador fuego de la "nit del foc". Lo dicho: el arte será friki o no será.

De rotos, descosidos, putrefacciones y otras maravillas

 

Lo erosionado, lo deteriorado, lo desechado, lo roto, el fragmento,...¿en qué momento empezaron a gustarnos tanto? Quizá en algún momento de la década de los años 40 del siglo XX, tal vez incluso ya en los 30.

Algunos artistas plásticos, pintores, seguidores de los movimientos de vanguardia miraban con interés los objetos que presentaban esas características y los incorporaban a sus obras o, más aún, operaban en sus obras de la misma manera, es decir, al pintar un cuadro no solamente ponían pintura según un dibujo, también rasgaban, rompían, fragmentaban la materia y la imagen. Aquello era pura esencia expresiva, el azar cruel de la vida, metáfora de la verdad inhumana. Aquello era la necesaria antiestética que despojaba al arte de la belleza decadente. Había que desterrar la visión de conjunto y tomar la visión del fragmento celular, perder la distancia afectiva, mirar por el microscopio o por el telescopio, construir destruyendo. Aquel tremendismo llenaba el alma, del que hacía y del que miraba, fuera buenas maneras. Sólo se admite la figura monstruosa, antes el mineral que el paisaje, antes el signo que la imagen, la huella que el trazo. Esta orgía de rompe y rasga nos abrió los ojos a la verdad necesaria.

La única mirada válida es la del niño o la del loco. Así se pensó hasta el punto de creer que sabíamos cuál era la mirada del niño o del loco.

Pero al final qué éxito. Las obras así creadas se cotizaron como las que más. Se imitaron. Se enseñaron en las escuelas. Las compraron los poderosos para colgarlas de las paredes de sus casas, para presidir sus salones o sus jardines. Allí estaba aquella explosión de expresividad, de verdad sin concesiones, en la mansión palaciega, en el chalet funcional, tan a gusto entre el mobiliario de lujo o de diseño. Los decoradores las llegaron a adorar, qué bien encajaban en sus proyectos.

 

La confesión

Debo decir que no esperaba aquello de F., precisamente de él, pintor concienzudo y constante, serio, con una trayectoria de varias exposiciones, algún premio. Me pilló por sorpresa, sí. Lo soltó de un tirón, como una confesión con mucha meditación anterior detrás: 

-La verdad es que voy aceptando la realidad: soy mediocre. No creas que estoy en horas bajas, no es un bache anímico, lo he pensado bien. La mediocridad es en cierta forma  una “virtud” recién descubierta. Esta  asimilación me enorgullece especialmente y me inviste de una dignidad insospechada antes. Veía el otro día un documental sobre el gran ceramista Artigas, en el que este decía que los malos tiempos vividos permitían reconocer y valorar adecuadamente los buenos, de la misma manera que la cerámica mala o vulgar revelaba a la buena. En este camino encuentro mi papel, el de siempre, pero ahora asumido con plena conciencia, mis obras mediocres permitirán brillar con la luz merecida a las buenas, aunque éstas no puedan ser nada más que  de otros. Es un papel de cierta responsabilidad, no sé si estaré a la altura.

 

Conclusiones

Arte, artes y artesanías:

 Después de años de prestar atención, estudio y emoción al Arte y haber creado una obra plástica que he expuesto en alguna ocasión, tal vez he llegado a una conclusión, o a dos, que tienen vocación de ser definitivas. Después de venerar parte del arte antiguo, clásico, histórico, y aborrecer de otra parte; después de admirar buena parte del arte moderno del siglo XX y desinteresarme por otra parte; después de atender y admirar a parte del arte contemporáneo y desentenderme y aborrecer de buena parte (¿la mayoría?); después de vagar por todo eso vengo a creer que ocurren dos cosas, no sé si excluyentes o complementarias.

Una: no existe el Arte, sólo la mirada y el cerebro del espectador ven Arte, en realidad sólo existen las artesanías o las artes, es decir, la pintura, la escultura, la fotografía, el cine, el vídeo, el diseño, o las artesanías visuales contemporáneas e híbridas que quieran.

Dos: el Arte es una artesanía mitificada, sublimada por el contexto sociocultural, la literatura, la historia, la crítica, etc.. la mitificación que me merece más respeto es la que resulta de la sedimentación de la historia, el Arte del pasado con una vigencia histórica, es decir, el Arte no puede ser nada más que una cosa del pasado. El presente o la contemporaneidad no pueden dar nada más que artesanías o artes o las propuestas estéticas que ustedes quieran.

Estupor

ESTUPOR

 

Pretendo inaugurar con esta una serie titulada Perlas con la pretensión de recoger, explorar, investigar y, si es posible, comprender frases, párrafos y expresiones extraídas de críticas, crónicas o textos de teoría del arte.

Primer ejemplo: El Punto de las Artes, nº 877, portada.          

 

            La Fundación Telefónica inauguró la tarde del pasado viernes la primera exposición retrospectiva en España de Zhang Huan (China, 1965), artista que utiliza la "performance" como medio de expresión artística. Para este artista, (...) el cuerpo es la vía a través de la cual se percibe y se es percibido: "el cuerpo es, dice, la prueba de la identidad. El cuerpo es lenguaje". Así, valiéndose de sensaciones externas sobre su propio cuerpo, pretende explorar el interior del sujeto y su fragilidad; y desentrañar las relaciones entre cuerpo y espíritu.

 

Abruma. Últimamente me siento muy abrumado cuando leo estas cosas, sobre todo en lo que se refiere a la descripción de pretensiones de artistas conceptuales o "procesuales". Intentaré explicar mis impresiones aunque sé que no lo voy a conseguir.

Que "el cuerpo es la vía a través de la cual se percibe y se es percibido" parece que es bastante obvio para la mayoría de la gente, pero siempre es bueno enterarse de ello aunque sea tarde. No sé si tardó en enterarse de ello el artista o el cronista.

En lo que sigue tampoco parece haber información novedosa, en fin, que "el cuerpo es la prueba de la identidad", que "el cuerpo es lenguaje", creo que el cuerpo no objetará nada a esto puesto que no le queda más remedio que ser eso, magnífica ocupación por lo demás.

El final es apoteósico: el artista con sus acciones artísticas va a "desentrañar las relaciones entre cuerpo y espíritu", ahí es nada, antes muerta que sencilla. Pues que le vaya bien.

 

Dicho así, parece que este hombre ha vivido poco, o ha leído poco, y, sin embargo, pretende la mayor. Parece que por fin se ha enterado de que "el cuerpo es la vía a través de la cual se percibe y se es percibido", lo que todo el mundo sabe por mínima que sea su formación cultural, no obstante nos quiere hacer partícipes del descubrimiento, más vale tarde que nunca. Siguen otras maravillosas revelaciones ("el cuerpo es la prueba de la identidad. El cuerpo es lenguaje") que finalmente le ayudarán mediante sensaciones externas sobre su propio cuerpo a "desentrañar las relaciones entre cuerpo y espíritu", ahí es nada.