Vacaciones
Vacaciones y libertad para el paseo o la caminata, como se quiera.
Caminar, pensar. El ritmo de los pasos agiliza el pensamiento. Es tan sólo una sensación muy subjetiva, pero cada vez la siento con una intensidad mayor.
Vacaciones y libertad para el paseo o la caminata, como se quiera.
Caminar, pensar. El ritmo de los pasos agiliza el pensamiento. Es tan sólo una sensación muy subjetiva, pero cada vez la siento con una intensidad mayor.
Artista como "cagoner".
Trayectorias singulares, seguimiento.
Procesos creativos
Concepto: no importa tanto el resultado como el proceso.
1961 Piero Manzoni y su obra serial "Mierda de artista".
Evocar el proceso creativo: PM y su ayudante.
Mierda de artista, artista de mierda.
Esto último no vale, no a todo se le puede dar la vuelta, o sí.
Recuerdo que en el centro de arte George Pompidou de París se exponían algunos de los "ready- mades" de Duchamp: la rueda de bicicleta en el taburete y algún otro que no recuerdo bien. Tuve una impresión extraña al ver a los visitantes observándolos detenidamente, de forma que demoraban la mirada en el penetrante recorrido visual por la pieza artística desde los diferentes puntos de vista que adoptaban alrededor, como si se tratase de una escultura clásica, la Victoria de Samotracia o una obra de Rodin, por ejemplo.
¿Qué se admira?¿La perfecta manufactura de la fábrica de bicicletas o de mingitorios?¿Adivinar la intención del artista inscrita de forma ingeniosa en algún rincón o revelándose desde algún punto de vista insospechado? Hay veneración de fe en esas miradas, ¿hay también placer? No sé. Se me antoja ridículo el esfuerzo.
Podemos concluir que el "significado" está abierto a diferente interpretación pero de lo que no cabe duda es que al presentar su obra así Duchamp renunciaba a la "clásica manufactura de artista", es decir, estas obras no requieren, no buscan una contemplación clásica de museo, basta tener noticia de ellas y una imagen de las mismas, que puede ser fotográfica perfectamente. Lo que quiero decir es que es incompatible el museo y estas obras, es sencillamente contradictoria la idea de una colección de museo y este tipo de obras. Incluso no existe un original, pueden existir tantos originales como queramos, nos podemos hacer uno en nuestra casa, no requieren demasiada especialización de "bricoleur".
Pero todas religiones tienen sus beatos, sus fundamentalistas. Imagino, de pronto, lo que parece la oscura entrada de una iglesia en una misa de doce de domingo (es un decir), los feligreses con atuendos parecidos a los de los años del rancio nacionalcatolicismo (años 40, 50, primeros 60, blanco y negro, España), persignándose junto a la pila de agua bendita, ésta es un original más de "la fuente" (el urinario, ya saben) de Duchamp. Se trata en realidad de la entrada de un centro de arte contemporáneo. La palabra "meapilas" encuentra todo su sentido.
La letra pequeña siempre da sorpresas.
En la imagen, la clásica figura de de la muerte, con generosas aclaraciones, explica la letra pequeña del contrato al incrédulo interesado acompañado de su familia.
Hay visitas previsibles, esperadas, inesperadas, pesadas, intempestivas.
Para un pintor, enseñar sus obras en el taller suele ser una experiencia interesante. Busca del visitante la valoración explícita o la implícita en su mirada, gestos, palabras o silencios (éstos pueden ser muy elocuentes). Al pintor le pueden importar esas valoraciones, le afectan, o no. Es posible que él se convenza de que no le afectan en absoluto esas valoraciones, aunque creo que siempre afectan.
Cuando se tiene ganas, uno se puede reír de todo. La risa es demoledora porque tira por tierra cualquier declaración solemne por por muy fundada que esté o justa sea.
Hoy está de moda decir que la risa es una buena terapia para nuestra mente e incluso saludable para el cuerpo. Quizá sea más que una moda puesto que parece tener cierto fundamento científico. Claro que de esto también nos podemos reír porque dicho así, tan seriamente, no deja de tener gracia. Seguramente para quién se sabe objeto de risa, ésta no sea tan saludable.
Tras una sesión de risa es difícil llevar a cabo cualquier cosa para lo que se necesite cierta seriedad, es decir, será difícil filosofar, teorizar o crear arte, tal vez, o no. Lo que sí he comprobado es que la risa es muy contagiosa y después de una sesión de risa colectiva, el cuerpo agotado de tanto desahogo, viene como un vacío extraño en el que no queda más remedio que esperar a que los acontecimientos vengan a entretenernos y nos reincorporen al devenir normal de las cosas, una ocupación que se irá haciendo seria y nos traerá nuevos motivos para una futura risa.
Otro